DEMOCRACIA, PODER Y CORRUPCIÓN EN AMÉRICA (1975-2015)

A partir del aforismo anterior se nos abre otro camino de investigación sobre la práctica democrática en Latinoamérica, fundamentados en que la miseria humana no es patrimonio de ningún sistema político en particular pero, sí que los regímenes democráticos, de cualquier modalidad tienden a contaminarse del poder y practicar la corrupción. MARCO CONCEPTUAL: Problemas de la democracia: Exceptuando claramente la Cuba de los hermanos Castro (…) los demás países del subcontinente cumplen al menos con los requisitos impuestos por una definición “delgada” de democracia: en ellos se llevan a cabo regularmente elecciones generales, directas, libres y secretas en un ámbito competitivo y éstas conducen a la alternancia de personas y fuerzas políticas en el gobierno. De un tiempo a esta parte, sin embargo, se ha impuesto en varios países del subcontinente una tendencia electoralista: las elecciones ya no representan sólo un método para la generación de mayorías y, por lo tanto, para la constitución y el control de los órganos representativos, sino que fungen también como instrumento de intervención del gobierno o como mecanismos de presión de la oposición. (Zilla, 2009). En esa misma dirección en que la democracia se cristaliza con la administración del poder para poner orden y orientar las políticas públicas, regularmente quienes administran el poder abusan de éste, bajo el paraguas de la sustancia democrática aun cuando permanezcan las molestias y desencantos sociales. En este marco, Roberto Gonzáles Villarreal, en Federico Campbell (2001,33), plantea que: Si el poder no es una sustancia, ni un referente ¿qué es? Es una situación, una posición ganada por la fuerza, el valor, el azar o la fortuna, cuyo propósito no es otro que mantenerse. (…) La verdad no es la relación justa entre el hecho y el dicho, sino lo que el poder establece como verdad con su enorme aparato de propaganda. El que grita más fuerte y más veces es el dueño de la verdad. La verdad del poder. (Campbell, 2001). La historia ha demostrado que tener poder mueve las almas a la tentación de fallar a causa de los intereses individuales y no para el bien común que es lo que se aspira, así, por ejemplo, lo establece la Gaudium et Spes: “Recuerden por consiguiente, todos los ciudadanos, su derecho y, al mismo tiempo, deber de emplear su voto libre para promover el bien común. (…) En cuanto a los ciudadanos, individualmente o en forma de asociación, tengan cuidado de no atribuir a la autoridad pública un poder excesivo, pero tampoco esperen del Estado, de una manera inoportuna, ventajas, utilidades excesivas con riesgo de disminuir la responsabilidad de las personas, de las familiar y de las agrupaciones sociales.” (Gaudium Et Spes, 1987). Todo ello con el fin de evitar la corrupción generalizada y, de manera específica, de los gobernantes. Sin embargo no ha sido posible, muestra de ello es la cantidad de gobernantes que antes, y más ahora, están en la mirada los ciudadanos; y las leyes se han tenido que ir ajustando en el ánimo de tener mejores gobiernos.

JOSÉ DEL ROSARIO SÁNCHEZ FRANCO /ATREGA
María Margarita Argüelles Gómez /Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
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